Las cien puertas


Pasé despacio a paso de tortuga por la puerta recordando lo extraordinario que era el picaporte, mitad madera, mitad oro, nunca había visto algo tan esplendido, estaba asombrado, verdaderamente asombrado, al cruzar completamente la puerta me encontré de lleno con un paraíso, era fantástico, árboles gigantes por todos lados, un lago con agua cristalino que reflejaba todas las nubes y las nubes reflejaban las montañas del frente al lago, una pequeña cabaña se veía a lo lejos con 2 caballos blancos que galopaban sin control.
Poco a poco el galope se acercaba a mi oído y un halcón paso por mis narices, dejando en mi entorno el perfumado aire de libertad, mis ojos se cerraron y mi cuerpo respiro profundamente hasta que caí de espaldas al agua, mi cuerpo nadaba como si no existiera la gravedad, me abrían paso los tiburones de color asó pardo, una tortuga me seguía como queriendo mirar de cerca mis pies, llegue a una gran cueva iluminada por estalactitas y en su interior todo era hielo, yo me pare firme en el techo y camine esquivando cada una de ellas, llegue a un sillón de fuego y me senté a fumar la pipa de hielo, el olor que desprendía mi humo de tabaco era fabuloso, de él se iban formando cascadas que caían al suelo con tal fuerza que el ruido que provocaba parecía ser una vieja canción de soledad en medio del bosque cantada por un druida de capa verde como el pasto.

Mis oídos se deleitaban con tal bella melodía mientras mis ojos vagaban asombrándose de todo, tenia una relajación total.
De repente la pipa de hielo se derritió y  el agua se expandió por todo el lugar, yo junto con la corriente navegue para atravesarla hasta su otro extremo y salir a una pradera llena de flores amarillas, caminaba junto con saltos sentía como mis manos tocaban el cielo, podía tomar cualquier estrella para nuevamente lanzarla al universo para ver como brillando se alejaban de mi vista,
Del cielo se desprendían como pequeños planetas los cuales en su parte superior tenían un árbol de color naranja cada uno diferente a los demás planetas, de repente apareció un planeta más grande, con un árbol plateado al cual me subí para empezar a escalarlo, era interminable, en cada metro que avanzaba se veían nuevas ramas para seguir y seguir escalando, luego de un largo ejercicio, llegue a la cima, podía caminar en las nubes, era algo emocionante caminar sobre ellas teniendo miedo de pisar lo bastante fuerte para caer, un gran espejo se avecino y se fue haciendo más y más grande hasta ocupar toda mi visión, parecía que yo estaba dentro del espejo, vi cualquiera cantidad de imágenes, en medio segundo se cambian, era fantástico aquel espejo.
Una nueva puerta salio del espejo y yo intentaba en vano correr hacía ella, siempre estábamos a las mismas distancias, dio un salto estirando las manos y …